Llegue a mi puesto y estaba sentado un niño, que me miró y me dijo: "Hola buenos día para ti también"; yo un poco incómodo sólo respondí con cierta timidez a su saludo (aún cuando yo era mayor que aquel niño).
Pasó el día y luego cuando me decidí a dormir me pregunte: "¿Por qué me avergonzé cuando aquel niño me devolvió los buenos días?¿Acaso se burlaba de mí?"; y me quedé dormido sin hayar la respuesta a mi interrogante.
Un saludo tan simple como el del relato quizás sea insignificante para muchas personas en este mundo pero sabes, el no poder decir esa pequeña frase oculta algo que puede sea para ti una invención mía o puede que no, pero el contenerse de dar un saludo a los demás simplemente se traduce en estar cansado de aquellas cosas hermosas y pequeñas de la vida, cosas que cuando se comienzan a sumar generan grandes alegrías en la vida de cada uno de nosotros.
Hoy o cuando leas este mensaje, si tienes a alguien cerca que no conozcas, intenta darle ese saludo de los buenos días y verás como todo cambia, te sientes relajado te sientes que has hecho un gran evento, y en verdad no has hecho un gran evento sino un mega gran evento pues con un simple saludo y una sonrisa hoy podrías salvar a alguien de la aburrida monotonía de viajar en un autobús, o pudiste haberles regalado una gran sonrisa a aquellos que en su casa nunca le sonríen. Con tu "Hola Buenos días" le regalas la esperanza de creer a otras de que todavía se puede luchar por un mundo mejor, quizás te vaya a suceder que nadie te conteste o te miren como a un loco y que te sientas como aquel chico, pero sabes eso no importa, pues con tus buenos días sin darte cuenta encontrarás a alguien que como el niño del relato te responda con un corazón limpio a tus buenos días.
Que hoy aunque se canse tu boca de tantos holas que tengas que dar nunca dejes de darlos, pues sólo se encuentra la verdadera alegría cuando uno se da por aquellos que más lo necesitan . . .