Parte 2:
María en el Camino de la Iglesia
Día 6: Mensajera de Dios para la Iglesia
Lucas 1, 39-42: “Por entonces María tomo su decisión y se
fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en la
casa de Zacarías y saludo a Isabel. Al Isabel oír su saludo, el niño dio saltos
en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: ¡
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”
En este sexto día de novena se
nos presenta como reflexión profunda a María como Mensajera de Dios para la Iglesia, si bien es cierto hace poco el
Papa Francisco nos decía: “La Virgen no
es jefa de la oficina de correos”; es por ello que al concebirla como una
Mensajera para nuestra Iglesia es preciso citar el capítulo uno del libro de
San Lucas, en el cual nos relata cómo María se pone presurosa y va a visitar a
su parienta Isabel.
En este capítulo se nos relata
aquella visita respetuosa de María a la casa de Zacarías, en la cual Isabel
siente el júbilo y la alegría que lleva consigo María, y como la criatura en su
vientre se goza por la visita del Salvador. Es aquel preciso instante en el que
se constata como María es quien por encima de los ángeles anuncia no con
palabras sino con la vida misma, a un Jesús Mesías. Es este mismo Jesús, del
cual surge la Iglesia y sobre el cual Él es la cabeza. El convencimiento y la
confianza que en María suscitó la gestación crean en ella ese carácter y
aptitud de mensajera que ha ido hablando a lo largo de la vida de la Iglesia.
Es esa misma María la cual se ha
ido revelando en la historia de nuestra Iglesia bajo distintos nombres, no para
crear idolatría sino para anunciar como lo hizo ante Isabel, pero esta vez al
mundo entero, el plan salvífico de Dios tiene para cada uno de nosotros desde
la aparición en el Tepeyac hasta la aparición Fátima, cada una de esas
apariciones ha sido una manifestación en donde María no se pone como
protagonista principal de la misma sino que viene a animar al pueblo de Dios a replantearnos
la forma en la que seguimos a su Hijo Jesús.
Si ya desde antiguo Isabel
proclamo con alegría al ser visitada por María, ahora todos y cada uno debiera
ver en María a una pregonera de paz, que busca ir atrayendo hacia sus hijos a
aquellos que más lo necesitan. La fe suscita en cada persona el deseo de
anunciar desde la realidad que vivimos a un Jesús que se hace carne por
nosotros, esto lo comprendió María desde el primer momento y es por esto que no
ha parado de anunciar en el mundo el milagro de Dios, hecho carne en ella:
Jesús.
¿Estamos listos para escuchar el
mensaje de Dios revelado desde la Fe de María?
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