lunes, 2 de diciembre de 2013

María en la Fe de la Iglesia

Parte 1:
¿Quién es María?

Día 3: María Misionera de Esperanza
Lucas 2, 46-48: “María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora las generaciones me dirán feliz.” 

Al iniciar este tercer día de novena, damos por concluido el primer bloque reflexivo en el cual nos preguntábamos ¿Quién es María? Para así irnos acercándonos a la reflexión de fondo de nuestra novena que es María en la Fe de la Iglesia. En el primer día vimos a María como Servidora de Dios, en el segundo día reflexionábamos a María la Madre de Dios; y para concluir este bloque y concluir nuestro enseñanza sobre ¿Quién es María?, vamos a reflexionar a María como Misionera de Esperanza. Pero ¿De qué esperanza hablamos? ¿Esperanza en lo pasajero o en lo eterno? ¿Esperanza en lo que la razón del hombre nos dice o hacia donde la locura de Dios nos lleva?

La esperanza que en María vemos es una esperanza que va lo eterno, el Evangelio de Lucas nuevamente nos ayuda a conocer más a María, pero esta vez, nos adentra desde el cántico del Magníficat. En este cántico María nos inspira y alegra el espíritu con la alegría del regalo que ha recibido en su seno. El estar siempre alegres en el Señor como nos hablaba el Papa Emérito Benedicto XVI, en el mensaje para los jóvenes en el 2012 ya se había hecho vida en María, pues el estar siempre alegres en el Señor, es y será siempre la misión por excelencia a la cual hemos sido llamados cada uno de nosotros. Es María que desde el primer momento de haber conocido al Salvador, que habitaba en su interior se lanza al mundo a anunciar con alegría un mensaje de amor y de esperanza, esperanza en un Dios de lo eterno y amor hacia todos aquellos que aún no ven en Dios un futuro y un andar mar adentro, sin temor alguno.

Conocer a María como Misionera, es ver a una María que si viviera en este mundo moderno,  sería responsable como mujer, madre e hija; pero a la vez pondría amor en cada cosa que hace y en cada persona que se acerca en busca de una palabra de aliento. María Misionera de Esperanza, aun cuando traer a este mundo a Jesús le hubiese costado la vida, sólo la confianza en Dios la mantuvo en pie, por eso hoy debemos adentrarnos en lo más profundo de nosotros y ponernos de frente a la imagen de esa María que se lanza al mundo, a vivir y anunciar la alegría de tener a Jesús en su interior. La experiencia que tenemos de Cristo, ¿nos inunda de tanta alegría que nos hacer ser mensajeros de la esperanza como María?
Querida Madre María que el conocimiento de tu amor y tú persona, mística y a la vez humilde, nos ilumine y acompañe a buscar la santidad con un fervoroso ímpetu, a modo de acercarnos día con día, paso a paso al corazón de tu amado Jesús.



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