Parte 3:
La Fe desde los ojos de María
Día 7: Hágase en mí según Tú Palabra
Lucas 1, 38: “Dijo María: Yo soy la servidora del Señor, hágase en mi como has dicho. Después la dejo el ángel”.
Día con día hablamos de desafíos
y nuevos retos a los cuales cada persona se debe enfrentar, algunos tienen
consecuencias buenos y otros pues simplemente nos dan un sabor amargo al final
del día. En este séptimo día de novena hagamos un alto y cerremos nuestros ojos
por un instante y pensemos en esto último (pausa momentánea); pues bien ahora
pensemos o más bien situémonos en la persona de María un día cualquiera y
recibir temprano en la Mañana la visita del ángel Gabriel diciéndote que has sido
elegida para ser la madre del Salvador. ¿Qué sentirías? ¿Cuál sería tu
respuesta?
Pues bien ya todo sabemos cuál
fue la respuesta de María y lo que siguió a esta gran decisión, pues he ahí el
punto de reflexión de hoy, como esta
respuesta repercute en la manera en la que conocemos a María. Decir hágase en
mi nos pone a la disposición de quien se nuestro hacedor, en este caso María se
entregó a plenitud a la voluntad de Dios, quizás el oír sobre entrega a
plenitud traiga en nuestra mente la imagen de un sacerdote o una religiosa; sin
embargo la respuesta de María antes de esto como lo narra San Lucas va acompaña
de un dialogo con el ángel, un dialogo que muchas veces tu y yo entablamos
antes de lanzarnos en nuevas aventuras o desafíos personales, vamos ante las
nuevas propuestas preguntando:¿Dolerá?¿Es costoso?¿qué voy a perder?¿cuánto
ganaré?; y quizás nuestras preguntas tengan inmersas dudas o inseguridades, y
posiblemente María sintió temor y por eso entabla aquella platica con el ángel,
pero con ella nos demuestra que una fe madura no se queda en lo superficial y
en el simple hecho de que Dios lo dijo así, sino que una fe madura busca
conocer el parecer de Dio que mueve sustenta su actuar, no como retórica sino
como un signo de ser uno con El como, Cristo y El son uno sólo.
Al María decir: Hágase en mí según Tú Palabra; da fe de
que el corazón del hombre de aquel entonces y de hoy, debe cimentarse en la
Palabra de Dios; la cual es la única muestra palpable del sentir de Dios, le da
ese carácter que en la Dei Verbum,
del Concilio Vaticano II se nos habla, en donde se nos dice que el Pan
Eucarístico no tendría valor alguno sin la Palabra de Dios, y la Palabra de
Dios no se haría carne sin el Pan Eucarístico. María da razones de nuestra Fe,
con el simple hecho de un sí, sin embargo el hombre actual necesita más que un
sí para dar razones de su fe. ¿Cómo y qué estás haciendo para dar razones de Fe
ante este mundo?
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