sábado, 7 de diciembre de 2013

María en la Fe de la Iglesia

Parte 3:
La Fe desde los ojos de María

Día 9: María al pie de la Cruz
Juan 19, 25-27: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.”

Nos encontramos pues en este último día de reflexión en el que ahora veremos a María al pie de la Cruz; si  bien es cierto que en el final de nuestra reflexión pareciera algo paradójico reflexionar sobre esto hasta el final; sin embargo el camino muchas veces se puede tornar escabroso o difícil como ya lo hablábamos hace un par de días; y quizás este sea el momento en el que mejor podríamos reflexionar sobre la fe profunda de María.

Como seres humanos se nos prepara para concebir la muerte como un paso doloroso y casi imposible de superar, y quizás sea cierto que es algo doloroso pero ante los ojos de Dios; no hay dolor que no pueda ser sanado por su amor y su incalculable bondad. Nuevamente pongámonos en el lugar de María, que duerme tranquilamente cuando muy temprano de mañana le llamen a la puerta de la casa para decirle: ¡sabes apresaron a tu Hijo y lo van a crucificar! ¿Acaso ella sabía cuál iba a ser el día de la muerte de su Hijo? Imagínense si de casualidad María hubiese tenido planes de compartir con Jesús aquel día, y que sin previo aviso ya en ese día su Hijo abría de morir.

La Fe de María, va mucho más halla pues esta Mujer; ante el enfrentarse con la muerte de su querido Hijo no juzga a Dios por sus disposiciones sino que acepta aquel momento como un paso de salvación no sólo para ella sino para la humanidad entera. Una fe que desde el momento de la concepción del niño le animaba a ir tras ese amor por el Dios Creador; amor por un Dios que se prepara y prepara este mundo para colmarlo de su amor y abnegación total, al punto de entregar a su Hijo a la muerte para salvarnos. María propone para cada uno de nosotros un modelo a seguir, pero a seguir desde el silencio y el desprendimiento de nuestras condiciones humanas; no para aspirar a ser divinidades sino para poder sentir el dolor de quienes sufren, para poder vivir el dolor de quienes lloran, para poder respirar la soledad de aquellos que hoy nadie recuerda.


En María, la Fe de nuestra Iglesia tiene un consuelo y anhelo, ella no se quedó con el  simple hecho de ser la Madre del Salvador, sino que a partir de esto se reconoció como una esclava o servidora a causa de Cristo. Nuestra iglesia es y será servidora de la humanidad, al igual que María. Ahora el reto sería: Tú que también eres Iglesia, ¿Qué logras ver en la Fe de María? Hoy Cierra tus ojos y da gracias por ser quien eres, pero da gracias también porque Justo antes de morir, Cristo, sabiendo la calidad de madre que tenía te la dejo a ti y a mí para que de ella aprendiéramos a creer en Dios.

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