¿Cuándo fue que dimos orden a que la risa se detuviera?¿En qué momento fue que el diario vivir comenzó a ser sólo un momento de existencia antes que un momento de plenitud? ¿Con qué permiso hoy, sólo te sientas a ver pasar las horas como las olas del mar van y vienen?¿Cuándo paso que el hoy se convirtió en un trazo a blanco y negro en donde los colores son una censura?
Abrimos los ojos cada días y la cotidianidad amenaza con ser la actriz principal del aquí y el ahora de nuestras vidas; callando en nosotros el deseo de expresar la fuerza de nuestro corazón, que esta tan vivo como el aire que respiras en este momento. Somos un cúmulo de emociones, de ganas de reír, de ganas de llorar, de gritos contenidos por el temor a ser rechazado, somos pasión y vida que hoy el mundo ajusta a un retweet y un me gusta; atrapándolos en un número limitado de caracteres en donde si no cumples eres rechazado. La expresividad del hoy se encuentra forzada a los parámetros del mundo, parámetros absurdos, que sólo buscan la aceptación de una generación que lo más cercano al amor que puede tener es poner una banderita de colores en su perfil y usar una etiqueta que diga #PrayFor?; generación que no es tan siquiera capaz de quedarse en silencio y escuchar lo que su corazón le pide a gritos.
El hoy de a poco se convierte en un absurdo en donde tu y yo somos la burla del mundo, por seguir soñando que existe algo más que un trabajo bien remunerado o un buen carro, somos la burla del mundo por cambiar lo material, simplemente por un momento en la presencia de aquel a quien amamos, somos la burla del mundo por creer en las emociones que callan bajo unos ojos opacos y cansados de vivir. Somos y seremos la burla del mundo por encontrar en la naturaleza y la no violencia, la paz que un televisor nos roba al humillar a la mujer como un símbolo sexual y al hombre como un ente sujeto a las pasiones mundanas y el placer.
La risa decidió detenerse ante tanta burla y menosprecio entre tantos seres humanos, el diario vivir se convirtió en existencia cuando robaste la plenitud que tenía un hola y un te amo; te sentaste a ser un espectador de la vida cuando dejaste que la conformidad te robara los sueños y la esperanza; el hoy perdió sus colores cuando le robamos la inocencia con que muchos niños la pintaban.
¡Cambia! Decían muchos a mi alrededor cuando iba creciendo y veía hacia donde querían ellos que cambiara, pero crecía en mi la duda de creer que el ser más evolucionado sobre la tierra crea que el cambio se encuentra, sumergiendo nuestra vida en tecnología y ahogando el deseo de lucha del corazón en etiquetas de redes sociales y campañas digitales. Cambiar ahora me lo digo yo, pero confiado de que el cambio sólo para que funcione requiere de un sacrificio mucho más allá de lo que nuestra lógica nos puede guiar.
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