¿Cuándo fue que dimos orden a que la risa se detuviera?¿En qué momento fue que el diario vivir comenzó a ser sólo un momento de existencia antes que un momento de plenitud? ¿Con qué permiso hoy, sólo te sientas a ver pasar las horas como las olas del mar van y vienen?¿Cuándo paso que el hoy se convirtió en un trazo a blanco y negro en donde los colores son una censura?

El hoy de a poco se convierte en un absurdo en donde tu y yo somos la burla del mundo, por seguir soñando que existe algo más que un trabajo bien remunerado o un buen carro, somos la burla del mundo por cambiar lo material, simplemente por un momento en la presencia de aquel a quien amamos, somos la burla del mundo por creer en las emociones que callan bajo unos ojos opacos y cansados de vivir. Somos y seremos la burla del mundo por encontrar en la naturaleza y la no violencia, la paz que un televisor nos roba al humillar a la mujer como un símbolo sexual y al hombre como un ente sujeto a las pasiones mundanas y el placer.
La risa decidió detenerse ante tanta burla y menosprecio entre tantos seres humanos, el diario vivir se convirtió en existencia cuando robaste la plenitud que tenía un hola y un te amo; te sentaste a ser un espectador de la vida cuando dejaste que la conformidad te robara los sueños y la esperanza; el hoy perdió sus colores cuando le robamos la inocencia con que muchos niños la pintaban.
¡Cambia! Decían muchos a mi alrededor cuando iba creciendo y veía hacia donde querían ellos que cambiara, pero crecía en mi la duda de creer que el ser más evolucionado sobre la tierra crea que el cambio se encuentra, sumergiendo nuestra vida en tecnología y ahogando el deseo de lucha del corazón en etiquetas de redes sociales y campañas digitales. Cambiar ahora me lo digo yo, pero confiado de que el cambio sólo para que funcione requiere de un sacrificio mucho más allá de lo que nuestra lógica nos puede guiar.